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Saturday, April 18, 2020

MASCULINIDADES EN DESAFIO. LA CUARENTENA Y EL RETO PARA LOS HOMBRES





Activista de RIAM-Quisicuba repartiendo alimentos a los adultos mayores por la pandemia coronavirus en el Proyecto " 100 % solidarios"

Por: Enmanuel George López

La Habana, 18 de abril de 2020 (RIAM)-El 2020 será un año que se recordará desde el malestar y los desafíos que ha impuesto. La capacidad de resistencia de las naciones ha sido puesta a prueba a partir de la pandemia de la COVID-19. Las medidas sanitarias de contención de la enfermedad, dictadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) remarcan la necesidad de paralizar las actividades regulares, mantener la higiene permanente y el distanciamiento físico.

Numerosos trabajos académicos y científicos surgen en este escenario, advirtiendo no sólo la complejidad del panorama económico, sino cambios de índole antropológicos, relacionados con los hábitos de higiene y hasta modificaciones en la forma de saludarse. En un contexto de prácticas sociales trastocadas por la enfermedad, las rutinas de los hombres se han visto reconfiguradas.

El llamado a quedarse en casa mientras dure este período, evoca uno de los grandes enfrentamientos de la masculinidad tradicional con el espacio doméstico. La representación social de los hombres está allá fuera.

Vivir para ser proveedores

La economía y las garantías para proveer a la familia figuran constantemente dentro de los mandatos culturales de los hombres. La vulnerabilidad económica es un temor recurrente que los hombres combaten de forma diferenciada, pues el machismo la señala como una pérdida de autoridad, una falla irrevocable como jefe de familia y el incumplimiento de su rol principal.

Ante dicho panorama que factura pérdidas cuantiosas, desempleo y recesión, para éstos implica la preocupación de cómo tener la economía necesaria para sobrellevar el período.

¿Cómo conseguir dinero si se detuvieron los trabajos, si deben permanecer en la casa, si para muchos se vive al día? Las interrogantes sobre este tema se relacionan con múltiples variables y deriva a que éstos tengan reacciones adversas y negativas, desde mayor contagio al virus, hasta la violencia.

Salud y percepción de riesgo

Los hombres tienen una esperanza de vida inferior a la de las mujeres, altos índices de adicción, un gran número de enfermedades relacionadas al estrés, entre otros índices que develan las incongruencias con una actitud responsable hacia su salud.

Históricamente, la socialización de la masculinidad tradicional ignora asuntos relacionados a su cuidado. Tras el mandato de ser valientes, los hombres demuestran poca percepción de riesgo. El riesgo se asume desde una lógica machista de enfrentar el peligro, de no demostrar temor. Las muertes producto de enfermedades prevenibles y curables forman parte del registro estadístico que permite cuestionar cómo los hombres asumen su salud. Tendencias similares se vienen reflejando también respecto a la COVID-19.

Si bien ha sido advertido que los efectos de la pandemia tienen a las personas de la tercera edad como grupo más vulnerable, los números en representación de sexo reflejan que los hombres han presentado mayor exposición y contagio. En este sentido, la cantidad de decesos supera también los de las mujeres. Aunque se está enfrentando una enfermedad de volátil propagación y que ataca a personas sin ningún tipo de distinción, es preciso señalar que las prácticas sociales de los hombres inciden en el crecimiento de las cifras y del problema.

El hogar: ¿una jaula?



Activista de RIAM-Quisicuba elaborando alimentos a los adultos mayores por la pandemia coronavirus en el Proyecto " 100 % solidarios"


El confinarse al ámbito doméstico impacta tanto a mujeres como a hombres. Para las primeras, si bien ha sido el lugar que la cultura patriarcal les ha asignado, enfrentan en este tiempo el incremento de la carga de responsabilidades. Dicha sobrecarga está sustentada en la medida que las familias tradicionales no distribuyen equitativamente el trabajo dentro del hogar y la atención de los hij@s que no asisten a clases en estos días. Para los hombres significa restringirse a un espacio donde no se representan y tener que afrontar diariamente problemáticas con las que muchas veces no están identificados.

En este sentido, la cuarentena o permanencia en casa que ha sido orientada por los servicios de salud, puede ser experimentada por algunos como sensación de aprisionamiento, en la medida que no se tienen incorporadas dinámicas que les alivien la tensión de estar en confinamiento.

Ansiedad, temores y otros malestares, son algunos efectos que este proceso puede ocasionar. En dicho contexto, diversos equipos de orientación psicológica advierten la poca participación de los hombres en sesiones y terapias que se están desarrollando de forma virtual. La masculinidad en su versión hegemónica carece de herramientas comunicativas para expresar sus emociones, lo que complica la tarea de especialistas de cómo lidiar con las preocupaciones que esconden, así como las consecuencias que ello provoca en el espacio intrafamiliar.

La propia OMS y otras organizaciones han destacado el incremento de la violencia doméstica durante esta etapa. Las secuelas de estar recluidos en la casa con más frecuencia o la totalidad del tiempo, evidencian con más notoriedad el desequilibrio de poder en las relaciones de parejas y con hij@s. El incremento de los índices de violencia en el hogar guarda relación con la manera en que los hombres tienen configuradas sus masculinidades alrededor de la autoridad dentro del núcleo familiar.

¿El challenge de la cuarentena?

Salir de casa nuevamente sin peligro de contagio se enarbola como una esperanza global. Algun@s señalan la necesidad de cambios a niveles macro en aras de garantizar la sostenibilidad del planeta. En la medida que se aguarda por la extinción de la pandemia, nuevas dinámicas o variantes se van generando durante el proceso. Desde reestructuraciones de tipo económicas, de servicios y educativas, hasta la creación de rutinas para la convivencia en el espacio doméstico.

Desde la visión de las masculinidades, las aspiraciones de un mundo mejor transitan por una reconfiguración de las actitudes machistas. El contexto de compartir más tiempo en el hogar podría ofrecer la oportunidad de rediseñar hábitos y conductas de desigualdad de género en ese escenario. En ello ocupa un lugar importante los afectos. La posibilidad de expresarlos resulta positivamente en la transmisión de calma, serenidad y voluntad de sobrellevar este período.  

Que los hombres se permitan revelar sus sentimientos hacia los demás miembros de la familia contribuye de mejor manera a soportar las dificultades que se tengan, a la vez que genera confianza y apoyo. El respaldo emocional es invaluable para estos momentos de estrés y temor, además de una forma efectiva de comunicación.

Uno de los retos que tienen las masculinidades durante la cuarentena es el ajuste de sus formas de comunicación, en la necesidad de hacer llevadera dicha etapa. La comunicación asertiva y dialogante, permite el entendimiento entre tod@s y el equilibrio en relación a opiniones o decisiones. Ajustar las formas de comunicación en función de las distintas situaciones que existan, posibilita no lastimar a las personas con las que se lidia y convive, conversar sobre las preocupaciones que tengan los demás, y ese modo hacer presente la armonía.

A través del diálogo y la negociación se pueden hallar formas equitativas de la distribución de tareas. El cambio en los hombres supone el desafío de integrarse a labores que podían estar vetadas para ellos anteriormente. La limpieza, la cocina o la atención de los hij@s figuran dentro de esas ocupaciones con las que ellos tienen poca o ninguna relación. Este podría ser un buen momento de implicarse en estos deberes, a partir de la consecuencia positiva que tiene despojarse de prejuicios y aportar en la dinámica familiar.

Erradicar la pandemia de la COVID-19 debe verse como una carrera de fondo, en la que se necesita tener un equipo. El desarrollo de actividades de conjunto es otra forma de generar ese respaldo, de acompañarse entre tod@s. A diferencia del desapego o el distanciamiento dentro de la misma casa, las estrategias de integrar a sus miembros pueden transitar entre la repartición de tareas hasta el compartir momentos de ocio. Ello incide favorablemente en la deconstrucción de esa postura hegemónica de la masculinidad que no dialoga o que no dedica tiempo al disfrute de sus hij@s.

Generar actividades y dinámicas junto a los hij@s, conlleva de forma oportuna al ejercicio de la paternidad de forma responsable. Es propicio dedicar tiempo a ell@s, participar activamente en la supervisión de sus estudios y en sus juegos. Esto garantiza relaciones emocionales más directas y eficaces, genera un ambiente de confianza y respeto a partir de que la participación de los padres se hace constante.  

De igual modo, establece un modelo afectivo y sensible de lo que significa ser padre. Se trata de una alternativa ajena a símbolos de poder y autoridad rígidos, sino seres queridos imprescindibles para dialogar sobre inquietudes y sentir apoyo.

El otro cambio oportuno que los hombres debieran experimentar sería la preocupación y atención de su salud, enfrentándose a lo que el machismo dicta al respecto. Empeñar tiempo al cuidado del estado físico y mental posibilita estar óptimos y dispuestos a enfrentar las diferentes vicisitudes que la vida depara. Pensar en el bienestar debe figurarse también desde la perspectiva de la salud que se dispone.

Los llamados “challenges” o retos que inundan las redes sociales llamando a viralizar determinadas acciones, tienen un carácter temporal. Muchas veces acontecen estos fenómenos de forma sucinta, sin una huella más allá del historial de la Internet.

El verdadero desafío de las masculinidades estaría en poder transformar sus prácticas hegemónicas de forma permanente, en ofrecer un cambio para la posteridad, a partir de aprovechar el escenario que paradójicamente se ha habilitado para eso: la cuarentena en casa. Despojarse de viejos preceptos machistas lleva consigo integrar cambios no sólo en la relación con los otr@s, de forma cordial y empática, sino una revisión propia y crítica de uno mismo.

El mundo ha demostrado que necesita de ajustes para su sostenibilidad; desde el enfoque de género se considera que modelos alternativos de masculinidades pueden contribuir a ello.

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