“La masculinidad a debate: violencia versus paz”
Por Dayron Oliva Hernández. Red Iberoamericana de Masculinidades
Cuáles son los factores y los obstáculos que fundamentan la violencia de género, y de qué manera la violencia interviene en la construcción de la masculinidad, fueron algunas de las cuestiones desarrolladas por el Dr. Julio César González Pagés, coordinador de la Red Iberoamericana de Masculinidades, el pasado día 15 de octubre del presente año, durante la conferencia Masculinidad y Cultura de Paz.
Como parte del programa de la Maestría en Género que brinda la Cátedra de la Mujer, sita en la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, este encuentro se unió a un ciclo de conferencias sobre masculinidad ofrecidos por el profesor González Pagés.
A través de la intervención, se pudo percibir que uno de los aspectos de la realidad social en que más se llega a sentir la incidencia de la violencia es en la construcción genérica sobre los seres humanos. Es por ello, para entender el efecto de la violencia en las relaciones de género y en la construcción de la masculinidad es importante tener en cuenta la forma en que se ha establecido las definiciones simbólicas de los sexos y sus conexiones entre sí.
Después de haberse definido la violencia, desde la perspectiva de género, en base a la “Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer”, aprobada en la Naciones Unidas en el año de 1993, se enfatizó que uno de los puntos básicos a la hora de analizar la violencia de género son las causales que la provocan. En este sentido, fueron señaladas dos dimensiones de la problemática. Por un lado, la influencia de las normas, valores y estereotipos como parte de la socialización de género. Y por otro, las relaciones desiguales entre hombres y mujeres, y la diferenciación en cuanto al acceso de poder.
En este último punto, se hizo hincapié en que la desigualdad de poder entre mujeres y hombres es la base fundamental de la violencia de género, debido a que el poder es un precepto determinante en la violencia y en la configuración de la práctica genérica.
Fue entonces que durante el debate originado, una idea central que estuvo como denominador común en las intervenciones era que bajo el orden patriarcal ha existido un estado de violencia “justificada” de un sexo (el varón, designado el “fuerte”) sobre otro (la hembra, señalada la “débil”). Cuestión que ha estado presente en la cotidianidad, en los comportamientos, en las familias, las parejas y en todos los ámbitos de la sociedad.
Otro aspecto a destacar durante la conferencia, fue acerca de la relación intrínseca entre la violencia -sus características y modos de expresarse- y la construcción de la masculinidad. González Pagés expresó que es bastante común identificar como algo “natural” a los hombres como los principales ejecutores de la violencia y no las mujeres, las que mayoritariamente se vuelven sus víctimas. Y es que la violencia ha sido parte de los requisitos a cumplir para lograr ser un “auténtico hombre”, una razón de ser para la condición masculina. Sobre todo a partir de la vigencia de la ideología patriarcal en la asunción de un modelo hegemónico de la masculinidad.
Al referirse al proceso, manifestó que desde el momento de nacer a los varones se les impone socialmente un aprendizaje que incorpora actitudes y conductas violentas. En conjunción con ideales, atributos y cualidades indispensables para alcanzar las “metas masculinas”: enfrentar exitosamente la vida, no mostrar debilidad, ganar el control y el respeto de los demás hombres, el triunfo, el dinero, el poder y que sea apto para subordinar no sólo a mujeres sino a otros varones, etc.
Para llevar a la cotidianidad lo que hasta entonces el Dr. González Pagés había explicado durante la conferencia, se mostraron dos ejemplos ilustrativos. El primero fue la exposición del documental ¡Ya no más!, que trata acerca de la violencia de género que sufre la sociedad nicaragüense. En este material audiovisual se hace hincapié en los lamentables testimonios de muchas mujeres que sufren de la violencia doméstica ejercida por sus maridos, y vinculándolos con la identificación del patrón machista y hegemónico que asumen muchos hombres nicaragüenses, y del bochornoso papel de algunos medios de comunicación que presentan los hechos de violencia de género como espectáculos.
Mientras el segundo, fue la participación de un invitado especial, un atleta cubano de alto rendimiento, corredor de 400 metros con vallas y recordista nacional de esa especialidad atlética: Yacnier Luis González. Son muchas las razones que adujo el Dr. Julio César que motivaron invitarlo, entre ellos expresó que el deporte no sólo es uno de los elementos constitutivos y de socialización de la masculinidad, sino que es uno de los aspectos donde mayor incidencia tiene la violencia, por quienes lo practican y lo siguen. “Los deportistas han sustituido a los guerreros”, comentó al respecto.
A través de la intervención del atleta Yacnier Luis, quien hizo un recuento de su historia de vida, principalmente en el deporte desde que comenzó a los nueve años, se pudo percibir cómo la práctica deportiva se iba relacionando con la construcción de una identidad masculina. Al enunciar las razones que lo motivaron para dedicar su vida al deporte, manifestó que además de tener habilidades, tampoco tenía miedo y sabía pelear. Creencias que han estado con él debido a que siempre estuvo rodeado de un ambiente violento y machista, propio del comportamiento hegemónico de los hombres, ya sea en la familia o en las escuelas de deporte por las que ha pasado, y que lo impulsaron al boxeo, la lucha y después de manera definitiva al atletismo.
Después de relatar lo difícil que fue para él, un niño que se convirtió en “hombre” a través del deporte, sin compañía familiar, los sacrificios y las limitaciones que ha vivido a causa de la preparación deportiva, que debido a la presión social, lo llevó incluso a cometer actos de violencia contra sí mismo, por la búsqueda de remedios no convencionales que mejoraran la convalecencia de lesiones; nos pudimos percatar que no sólo las mujeres pueden ser víctimas de la violencia, sino los propios hombres que se encuentran envueltos en la exigencia social de que tienen que ser “hombres” en todo momento y perseguir la victoria siempre, ya sea como atleta o actores sociales.
Es parte de la realidad social y cotidiana que la violencia se desempeña como indicador histórico de la construcción de la masculinidad y todavía está como principio de la sociedad. Mientras la organización social siga determinando al hombre bajo los presupuestos patriarcales, habrá inconvenientes para alternativas más equitativas en el hecho de ser hombres. Además, si el proceso de asunción de las identidades de género se sigue basando en fórmulas dicotómicas (mujer-dócil/hombre-poder) que suscitan contradicciones y desigualdades, se dificultará la legitimidad de masculinidades no violentas y de una cultura de paz.
De este modo, la situación que se presenta para los hombres dentro de los cánones de la masculinidad tradicional es muy contradictoria. Pues muchos pudieran pensar: “cómo ser sensible, reflexivo y afectivo, y no ser homófobo y machista, sin que ello signifique dejar de ser masculino”. La tarea de desmontar la filosofía patriarcal es compleja pero no imposible. El cuestionarse las formas históricas de la construcción de la masculinidad; describir sus graves secuelas en las relaciones sociales y además aprovechar la articulación de espacios virtuales y reales como la Red Iberoamericana de Masculinidades y los programas de Maestría en Género, son pasos firmes e imprescindibles.
Cuáles son los factores y los obstáculos que fundamentan la violencia de género, y de qué manera la violencia interviene en la construcción de la masculinidad, fueron algunas de las cuestiones desarrolladas por el Dr. Julio César González Pagés, coordinador de la Red Iberoamericana de Masculinidades, el pasado día 15 de octubre del presente año, durante la conferencia Masculinidad y Cultura de Paz.
Como parte del programa de la Maestría en Género que brinda la Cátedra de la Mujer, sita en la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, este encuentro se unió a un ciclo de conferencias sobre masculinidad ofrecidos por el profesor González Pagés.
A través de la intervención, se pudo percibir que uno de los aspectos de la realidad social en que más se llega a sentir la incidencia de la violencia es en la construcción genérica sobre los seres humanos. Es por ello, para entender el efecto de la violencia en las relaciones de género y en la construcción de la masculinidad es importante tener en cuenta la forma en que se ha establecido las definiciones simbólicas de los sexos y sus conexiones entre sí.
Después de haberse definido la violencia, desde la perspectiva de género, en base a la “Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer”, aprobada en la Naciones Unidas en el año de 1993, se enfatizó que uno de los puntos básicos a la hora de analizar la violencia de género son las causales que la provocan. En este sentido, fueron señaladas dos dimensiones de la problemática. Por un lado, la influencia de las normas, valores y estereotipos como parte de la socialización de género. Y por otro, las relaciones desiguales entre hombres y mujeres, y la diferenciación en cuanto al acceso de poder.
En este último punto, se hizo hincapié en que la desigualdad de poder entre mujeres y hombres es la base fundamental de la violencia de género, debido a que el poder es un precepto determinante en la violencia y en la configuración de la práctica genérica.
Fue entonces que durante el debate originado, una idea central que estuvo como denominador común en las intervenciones era que bajo el orden patriarcal ha existido un estado de violencia “justificada” de un sexo (el varón, designado el “fuerte”) sobre otro (la hembra, señalada la “débil”). Cuestión que ha estado presente en la cotidianidad, en los comportamientos, en las familias, las parejas y en todos los ámbitos de la sociedad.
Otro aspecto a destacar durante la conferencia, fue acerca de la relación intrínseca entre la violencia -sus características y modos de expresarse- y la construcción de la masculinidad. González Pagés expresó que es bastante común identificar como algo “natural” a los hombres como los principales ejecutores de la violencia y no las mujeres, las que mayoritariamente se vuelven sus víctimas. Y es que la violencia ha sido parte de los requisitos a cumplir para lograr ser un “auténtico hombre”, una razón de ser para la condición masculina. Sobre todo a partir de la vigencia de la ideología patriarcal en la asunción de un modelo hegemónico de la masculinidad.
Al referirse al proceso, manifestó que desde el momento de nacer a los varones se les impone socialmente un aprendizaje que incorpora actitudes y conductas violentas. En conjunción con ideales, atributos y cualidades indispensables para alcanzar las “metas masculinas”: enfrentar exitosamente la vida, no mostrar debilidad, ganar el control y el respeto de los demás hombres, el triunfo, el dinero, el poder y que sea apto para subordinar no sólo a mujeres sino a otros varones, etc.
Para llevar a la cotidianidad lo que hasta entonces el Dr. González Pagés había explicado durante la conferencia, se mostraron dos ejemplos ilustrativos. El primero fue la exposición del documental ¡Ya no más!, que trata acerca de la violencia de género que sufre la sociedad nicaragüense. En este material audiovisual se hace hincapié en los lamentables testimonios de muchas mujeres que sufren de la violencia doméstica ejercida por sus maridos, y vinculándolos con la identificación del patrón machista y hegemónico que asumen muchos hombres nicaragüenses, y del bochornoso papel de algunos medios de comunicación que presentan los hechos de violencia de género como espectáculos.
Mientras el segundo, fue la participación de un invitado especial, un atleta cubano de alto rendimiento, corredor de 400 metros con vallas y recordista nacional de esa especialidad atlética: Yacnier Luis González. Son muchas las razones que adujo el Dr. Julio César que motivaron invitarlo, entre ellos expresó que el deporte no sólo es uno de los elementos constitutivos y de socialización de la masculinidad, sino que es uno de los aspectos donde mayor incidencia tiene la violencia, por quienes lo practican y lo siguen. “Los deportistas han sustituido a los guerreros”, comentó al respecto.
A través de la intervención del atleta Yacnier Luis, quien hizo un recuento de su historia de vida, principalmente en el deporte desde que comenzó a los nueve años, se pudo percibir cómo la práctica deportiva se iba relacionando con la construcción de una identidad masculina. Al enunciar las razones que lo motivaron para dedicar su vida al deporte, manifestó que además de tener habilidades, tampoco tenía miedo y sabía pelear. Creencias que han estado con él debido a que siempre estuvo rodeado de un ambiente violento y machista, propio del comportamiento hegemónico de los hombres, ya sea en la familia o en las escuelas de deporte por las que ha pasado, y que lo impulsaron al boxeo, la lucha y después de manera definitiva al atletismo.
Después de relatar lo difícil que fue para él, un niño que se convirtió en “hombre” a través del deporte, sin compañía familiar, los sacrificios y las limitaciones que ha vivido a causa de la preparación deportiva, que debido a la presión social, lo llevó incluso a cometer actos de violencia contra sí mismo, por la búsqueda de remedios no convencionales que mejoraran la convalecencia de lesiones; nos pudimos percatar que no sólo las mujeres pueden ser víctimas de la violencia, sino los propios hombres que se encuentran envueltos en la exigencia social de que tienen que ser “hombres” en todo momento y perseguir la victoria siempre, ya sea como atleta o actores sociales.
Es parte de la realidad social y cotidiana que la violencia se desempeña como indicador histórico de la construcción de la masculinidad y todavía está como principio de la sociedad. Mientras la organización social siga determinando al hombre bajo los presupuestos patriarcales, habrá inconvenientes para alternativas más equitativas en el hecho de ser hombres. Además, si el proceso de asunción de las identidades de género se sigue basando en fórmulas dicotómicas (mujer-dócil/hombre-poder) que suscitan contradicciones y desigualdades, se dificultará la legitimidad de masculinidades no violentas y de una cultura de paz.
De este modo, la situación que se presenta para los hombres dentro de los cánones de la masculinidad tradicional es muy contradictoria. Pues muchos pudieran pensar: “cómo ser sensible, reflexivo y afectivo, y no ser homófobo y machista, sin que ello signifique dejar de ser masculino”. La tarea de desmontar la filosofía patriarcal es compleja pero no imposible. El cuestionarse las formas históricas de la construcción de la masculinidad; describir sus graves secuelas en las relaciones sociales y además aprovechar la articulación de espacios virtuales y reales como la Red Iberoamericana de Masculinidades y los programas de Maestría en Género, son pasos firmes e imprescindibles.
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