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Monday, May 18, 2020

REANIMAR EL AUTOCIUIDADO MASCULINO EN TIEMPOS DE PANDEMIA




                                                                                              Por Maite Díaz Álvarez

El sustento patriarcal de las sociedades contemporáneas continúa promoviendo en nuestras culturas un orden hegemónico, androcéntrico, machista, sexista, heteronormativo y binario que sitúa a los varones como ejes del universo. La estructuración de género masculina se instala en  una zona de confort donde la razón, la naturalización de la dominación y del monopolio del poder, se levantan como íconos sostenedores de “permisos”  para dirigir el  rumbo del mundo
En este “paraíso” de hegemonías donde se sobrevalora la fortaleza física y psicológica de los hombres, no ha quedado  lugar para el llanto, el dolor, la queja, la debilidad y la búsqueda de ayuda; y ello ha favorecido  una cultura de la “resistencia”, que supone sobreponerse a todo aquello que pueda  conspirar contra ese orden establecido. Los significados que los varones otorgan a los paradigmas de lo que significa ser hombre no favorecen en ellos una ética del autocuidado de la salud e impiden en ocasiones su desenvolvimiento saludable en diferentes esferas de la vida.
Las muestras constantes de intrepidez, arrojo, competitividad y el ocultar cualquier  fisura en su integridad física y emocional, se presentan en los hombres como credenciales para no reconocerse portadores de dolencia alguna y mucho menos atenderse o involucrase en acciones o planes de salud. En consecuencia, no dan importancia o callan los malestares; y no se chequean ni acuden a las consultas médicas ante señales   de dolor  pues todo ello supone, de alguna manera, asumir que se es “débil” (1)
Desde principios del milenio se incorporó en el análisis de la salud masculina la perspectiva de género (recordemos que el género es uno de los ejes de desigualdad que condiciona los procesos de salud-enfermedad de las personas) y el enfoque de los determinantes sociales de de salud , los cuales ha servido para  subrayar el  peso de  los procesos socializadores y de otras variables de la realidad social en las actitudes y conductas  de los varones como factores causales en las desigualdades de salud con las mujeres. Pero también han permitido entender mejor que no solo los hombres se abstienen de asistir a los servicios de atención primaria,  ni involucrarse en  iniciativas preventivas, sino que lo hacen mucho  menos que las mujeres y mueren en mayor proporción que ellas. (2,3,4,)
Han sido reiteradamente establecidas en reportes internacionales sobre salud aportados por estudios y  organizaciones regionales  y  mundiales de salud que la mortalidad masculina supera las cifras de muertes femeninas y están asociadas básicamente a problemas cardiovasculares, hipertensión arterial cáncer de pulmón, hígado y próstata elevados niveles de accidentabilidad , consumo de sustancias psicoactivas , violencias por homicidios y suicidios. (5,6,)
Estos hallazgos conectan con la realidad cubana donde también los índices de mortalidad de los varones son superiores a los de las mujeres y responden  a estilos de vida poco saludables que sin dudas tienen en  su base la forma en que los hombres han sido socializados, las maneras de construirse, auto representarse  y los estilos de vida que incorporan. (7)
Son variados los ejemplos servirían para ilustrar los costos de esta hegemonía masculina  para el bienestar saludable, porque muchos de los riesgos que asumen los hombres en materia de salud parecerían acciones  necesarias para probar su hombría: resistir dolores, exhibir comportamientos sexuales de riesgo, lanzarse en aguas profundas, saltar desde grandes alturas, portar pesos excesivos, manejar a altas  velocidades, consumir en exceso sustancias psicoactivas, manejar bicicletas loma arriba cargados de personas, realizar arreglos en azoteas y patios en condiciones climatológicas adversas, entre otros. De manera que el mandato del rol es un permiso para incorporar   comportamientos que implican riesgos vitales (1)
Un eje de especial atención en los análisis de la salud masculina ha sido  la sexualidad cuya vivencia y ejercicio activo son expresión del poder masculino, fuertemente implicado en el campo de la salud sexual. Las prácticas asociadas a creencias y estereotipos sobre la hegemonía de la sexualidad masculina derivan en situaciones de riesgo, donde en muchos casos se abusa de las posibilidades corporales como muestra de potencia, resistencia y  superioridad  sexual,  elementos  a través de los cuales los varones validan su masculinidad (1,8,9,10,11,12,13)

Sin embargo muchas de estas prácticas opresivas podrían tornarse experiencias de autocuidado  diferentes, si los  hombres redimensionaran el valor de su cuerpo y sus relaciones, pero no desde la representación de la omnipotencia y la superioridad, sino en sus expresiones más genuinas. dirigidas a la preservación del bienestar físico, psicológico y espiritual. Ello supone, por supuesto, desterrar mitos, reconocer vulnerabilidades y  derrumbar metas impuestas que resultan asfixiantes y retrógradas.

Colocaré en contexto algunas de estas prácticas
El cuerpo físico masculino  no es un territorio de fortaleza y superioridad para atraer a otras personas, es preciso auto percibir en él  otras potencialidades, como por ejemplo  su naturaleza y especificidad,  sus marcas, sus historias,  las  experiencias acumuladas y sus potencialidades de relacionarse con otros cuerpos para el mantenimiento de vínculos eróticos y afectivos  

El pene, no es un estandarte de virilidad al que debemos rendir exagerado culto vinculado a sus dimensiones, turgencia, erecciones duraderas y responsabilidad en su desempeño exitoso, es sencillamente  el órgano sexual masculino, que puede proveer de placer y bienestar a otras personas y a  sí mismo y  que tiene  una participación importante en la reproducción humana; entre otras funciones fisiológicas. Sin embargo  como cualquier parcela de la geografía del cuerpo y a consecuencia de múltiples eventos, puede, exhibir fallos en las maniobras y desempeños que realiza;  y potenciar malestares en la vida erótico-afectiva (disfunción sexual eréctil, trastornos eyaculatorios y del deseo entre otras) todo lo cual precisaría y requeriría un acompañamiento especializado con la correspondiente evaluación integral de aspectos físicos y psicológicos que cada persona requiere. Son experiencias que no deben permanecer en silencio y frente a las cuales la vergüenza y el temor pudieran quedar subordinadas a la búsqueda de una estabilidad y bienestar emocional y sexual. Auto cuidarse en este sentido es  también una manera de mejorar la calidad  de vida

La paternidad no es un mandato de la masculinidad, como tampoco la maternidad lo es de la feminidad. La experiencia  de ser padre o madre es  una elección consciente y responsable y un derecho de las parejas y de las personas. En  consecuencia  embarazar a la mujer no favorece  el estatus del varón como proveedor y responsable del mantenimiento de la especie porque la fecundidad no está asociada a la virilidad y al rendimiento. Fecundar no es garantía de fortaleza sexual y perpetuidad como dicta la normativa de género para los varones. La evidencia científica ha demostrado que hay padres que portan disfunciones sexuales, al tiempo que muchos hombres con dificultades para fecundar tienen un desempeño sexo-erótico sin disfuncionalidad  alguna. Desmontar el  imaginario de cargar con la responsabilidad de embarazar a la mujer  puede contribuir a solucionar los desequilibrios emocionales que supone la transgresión de esa norma de género.(12)

De igual forma la  participación en la  prevención de embarazos para personas o  parejas que no deseen tener descendencia o han decidido no seguir reproduciéndose, debe devenir  también un asunto de la competencia masculina. La vasectomía como proceder de esterilización para hombres puede figurar entre sus prácticas de prevención y no supone  pérdida de su virilidad y si una experiencia de cuidado de sí y de la pareja
 Seria valioso  desterrar el mito de que someterse al examen físico (tacto rectal) para el diagnóstico del cáncer de próstata, paraliza el desempeño masculino  y hace  tambalear la masculinidad”. Reivindicar esta  práctica  puede integrarse a una cultura de atención preventiva o como estrategia para el tratamiento de esta patología. Recordemos que la orientación del deseo erótico afectivo (orientación sexual) como un componente de la sexualidad humana es un proceso que integra la dirección del deseo, la vinculación afectiva y los comportamientos eróticos, La manipulación o utilización  de una zona del cuerpo no la define.
 Otra realidad que nos acerca al tema, es la utilización de procederes vinculados al uso de anabólicos para impactar en la figura corporal hegemónica masculina  Si bien el fisicoculturismo es una práctica reconocida, cuando se emplean en ella sustancias  para satisfacer un código de belleza tradicional, puede traer graves consecuencias para la salud. En consecuencia no utilizarlas  resulta una decisión acertada
Asumir el envejecimiento que supone un  proceso natural de cambios en el desarrollo vital,  genera en algunos hombres inestabilidad psicológica y angustias prolongadas vinculadas a la  sexualidad En ocasiones este proceso  puede venir acompañado de una disminución del deseo, una  reducción en la frecuencia de los vínculos erótico- afectivos, o  variaciones en el desempeño, además de las transformaciones en la figura corporal. Los cambios suponen readaptaciones a las nuevas condiciones, descubrir sus desafíos de una forma coherente  facilitará  enriquecer las prácticas y los vínculos relacionales. Es una alternativa de cara a una realidad ineludible y una manera de acercarse al equilibro emocional
Otra de  las aristas muy relacionada con nuestro análisis  tiene que ver con el impacto que  estigmatizaciones, discriminaciones y expresiones de violencia  han  tenido en  la salud  de aquellos varones con  sexualidades  e  identidades de género  que trasgreden los binarios  de sexo y el género[1], y que  han  desafiado la heterónoma para colocarse al margen de lo que  dicta la tradición.. Muchos de estos varones cuyas orientaciones del deseo erótico afectivo, construcciones identitarias y diversidades corporales   han sido colocados en el  lugar de marginalidad,   han debido transitar por situaciones adversas  antes de poder asumir de manera legítima y natural su derecho a  decidir qué hacer y cómo vivir  su sexualidad. Muchas veces se les ha privado del derecho de construir una familia,  negado el ejercicio de una paternidad cercana y hasta el cuidado y atención de hijas e hijos, todo ello .con las correspondientes afectaciones físicas y psicológicas, generadoras de malestares, y trastornos. (14,15).El fortalecimiento de la autoestima, el logro de una adecuación en la  autovaloración  y el conocimiento y ejercicio  de sus derechos  son  también  prácticas de autocuidado
El análisis de estas prácticas pudiera remitirnos a las circunstancias actuales donde la COVID 19 ha colocado el tema del cuidado de sí  en una perspectiva diferente y ha propiciado que se torne un elemento de vital importancia para el mantenimiento y  preservación de la vida. 
Si bien permanecer en el hogar por tiempo prologado y asumir distancias personales  ha requerido de todxs un gran esfuerzo,  en el caso de los varones la situación ha tenido una connotación especial. La cultura no diseñó el hogar como un territorio masculino, ni estipuló que se le privara a los hombres , por largos periodos,  de  la compañía de amigos y compañeros en espacios sociales para el disfrute o participación en actividades tradicionalmente consignadas como“masculinas” (  partidos de futbol o beisbol, juego de   dominó, práctica de algún deporte colectivo, o simplemente presenciar acciones de mecánica, chapistería, labores de albañilería, carpintería, herrería o construcción, entre otras ) Sin embargo los cubanos han podido incorporar esas condiciones que se tornan ahora dimensiones modificables en nuevos escenarios de aplicación 
Las cuestiones señaladas en este trabajo  dan cuenta de que también es posible reconfigurar  nuevas  formas de relación con el cuerpo,  con las demás personas y con el entorno y desmontar las presiones asociadas al desempeño del rol  masculino  que devalúan  el cuidado de sí y la  poca preocupación o el descuido  por la  salud.
Reanimar experiencias de autocuidado de la salud y la salud sexual  como ejercicio para el sostenimiento de una mejor calidad de vida y como práctica de atención  permanente,  puede ser una condición que se traiga  de regreso a la vida social. Una vida diferente que en condiciones de post pandemia aportará a los hombres gratificaciones impensables

BIBLIOGRAFIA
1-    Díaz, MPlataforma de Hombres Cubanos. Una experiencia para el Bienestar”Revista “Punto Género” Núcleo de Género y Sociedad Julieta                         Kirkwood. Facultad  de Ciencias Sociales Universidad de Chile  2016 ISSN 0719-041
2-    Pearson A & Saunders, M Courtenay, WH Constructions of masculinity and their influence on me‘s well-being: a theory of gender and health. Social Science &Medicine, 2000 (10)
3-    Figueroa-Perea, J.G. El ser hombre desde el cuidado de sí: algunas reflexiones. Revista Latinoamericana de Estudios de Familia,2015,  7
4-    De Keijzer, B. "Hasta donde el Cuerpo aguante Género, Cuerpo y Salud Masculina". La Manzana. Revista Internacional de Estudios sobre Masculinidades 2006. Vol. I, nº I.
5-    . Organización Mundial de la Salud. (OMS) Global Health Observatory (GHO) data: NCD mortality and morbidity. Ginebra: OMS; 2015. Disponible http://www.who.int/gho/ncd/mortality_morbidity/en. Consultado el 28/11/2018.
6-    Organización Panamericana de la Salud [OPS]. (2007). Salud en las Américas (Vols. 1-2). Washington DC: OPS, OMS
7-    Ministerio de Salud Pública. Anuario Estadístico de Salud 2018. Dirección de Registros Médicos y Estadísticas de Salud, La Habana, 2019
8-    Rivero R & Hernández  Y 2016 Lo masculino ¿Nocivo para la salud1* https://orcid.org/ 0000-0002-3035-2993s2https://orcid.org/ 0000-0002-4583-4215
9-    Díaz, M (2018) ·” Trabajando con y para Hombres” en  “Que hay de nuevo man?  En el libro “Ser hombre y padre en el siglo XXI” De sus desafíos y tensiones. Alejandra Guajardo( Coord) Editorial Universidad Santo Tomas Chile ISBN 978-976-01-0524
10- González, JC Macho, varón masculino. Estudios de masculinidades en Cuba. La Habana: Editorial de la Mujer , 2011 .
11- Rivero P, Ulloa O. Reseñas de estudios cubanos sobre masculinidades. La Habana: CENESEX; 2017
12- Díaz M,  La paternidad en el proceso de ser hombre En Rivero R. (coord.) Masculinidades y Paternidades en Cuba, Editorial CENESEX   2016  ISBN 978-060-7187-80-6
13- Chaveco, L  La masculinidad hegemónica como determinante social de salud. Rupturas y continuidades en pacientes que conviven con cáncer de próstata en la Habana” Tesis para optar por el título de Máster en Desarrollo Social. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales FLACSO 2020
14- Comisión Interamericana de Derechos Humanos CIDH Violencia contra Personas Lesbianas, Gay, Bisexuales, Trans e Intersex en América 2015OAS/Ser.L/V/II.rev.2Doc. 36
15- Careaga, G & Cruz S: Sexualidades diversas: Aproximaciones para su análisis, Programa Universitario de Estudios de Género-UNAM, Cámara  Diputados. México 2004, ISBN 970-701-542-X
.




[1] Los sistemas binarios de sexo  y género han  sido entendidos  como modelos sociales dominantes en la cultura patriarcal que consideran que el género y el sexo abarcan sólo dos categorías rígidas, a saber masculino/hombre y femenino/mujer y excluyen a aquellas personas que  no pueden identificarse  dentro de estas  dos categorías, como  por ejemplo, algunas  personas trans , Intersex o cuerpos diversos

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