Lioman Lima BBC Mundo
10 marzo 2018
Cuando lo amenazaron con examinar su
cuerpo y pasearlo desnudo por las calles de Santiago de Cuba, el respetable
doctor Enrique Favez no tuvo otro remedio que confesar su secreto mayor.
Había llegado a la isla cuatro años
antes, en 1819, procedente de la colonia francesa de Guadalupe.
De su pasado se sabía poco: que
había nacido en Suiza, en 1791, que estudió medicina en Francia, que fue médico
de guerra y soldado en el frente de campaña de Napoleón, hasta que fue
capturado y hecho prisionero por las tropas vencedoras del duque de Wellington.
Liberado poco tiempo después, pero
derrotado, sin rumbos, y con su título y su pasado guerrero a cuestas, decidió
cruzar el océano en busca de mejor fortuna.
Y en el oriente de Cuba la había
encontrado: para 1823 ya era un renombrado cirujano, se había casado por la
iglesia con una lugareña, una tal Juana de León, y llevaba una vida holgada
y respetable, aunque salpicada por rencillas y altercados resultados de los
usos y abusos del alcohol.
Pero esa no era la causa por la que
el doctor Favez había sido llevado a los tribunales de Santiago de Cuba y por
la que esa tarde del 6 de febrero de 1824, un grupo de médicos le
amenazaba practicarle el examen físico ordenado por el juez y luego hacer de su
cuerpo desnudo una carnada para la burla y el escarnio.
El verdadero motivo era una denuncia
en su contra presentada por su propia esposa, que aseguraba que el respetado
médico, el venerado cirujano de Baracoa, el fiel marido de Juana de León no
era, en realidad, lo que decía ser.
Image caption Enrique se estableció
en Baracoa, una villa en el oriente de Cuba donde vivían muchos franceses que
habían huído de la Revolución de Haití.
Cuando los médicos y los agentes de
policía se preparaban para comenzar el examen, Enrique Favez trató de impedirlo
y contó su dolorosa verdad a viva voz.
Pero fue inútil: los médicos y
guardias lo desnudaron y revisaron su cuerpo, parte por parte, con cuidadosa
minuciosidad.
En el informe del proceso judicial,
que aún se conserva en el Archivo Nacional de Cuba, todavía pueden leerse los
resultados de aquella inspección.
La persona examinada "se
hallaba dotada de todas las partes pudendas propias del sexo femenino",
por lo que era "real y perfectamente mujer".
El doctor Enrique era, en realidad, Enriqueta
Favez.
La
primera doctora de América
No se sabe en qué momento exacto la
mujer dejó de identificarse a sí misma como tal.
El historiador cubano Julio César
González Pagés, autor de Por andar vestida de hombre, la más completa
investigación sobre la apasionante vida del personaje, lo ubica en algún
punto a inicios del siglo XIX.
"Hay documentación histórica
que muestra que Enriqueta estuvo casada con un soldado del ejército de
Napoleón, que murió. Tuvieron un hijo, que también muere a los pocos días de
nacer. A partir de entonces, es que comienza a vestirse de hombre y asumir una identidad
masculina", cuenta a BBC Mundo.
Image caption Enriqueta nació en
esta casa en Lausana, Suiza el 1 de abril en 1791. Era hija de Louis Elie Favez
y Jeanne Elisabeth Cavent. (Foto: Cortesía de Julio César González Pagés)
Con pantalones y traje militares,
Enriqueta siguió a su marido en la guerra y luego, cuando éste murió en la
batalla, ella tomó su posición en la línea de combate.
Aún vestida de hombre, estudió
medicina en la Universidad de París, una profesión destinada exclusivamente a
los hombres, y sirvió como doctor durante la campaña rusa de la guerra
napoleónica, según la investigación realizada por el cubano Antonio Benítez
Rojo para su novela biográfica Mujer en traje de batalla.
"Cuando viaja a América ocurre
un proceso muy interesante, porque se convierte en la primer mujer en
ejercer la medicina no solo en Cuba, sino también en América Latina",
asegura González Pagés.
De hecho, Elizabeth Blackwell, la
británica reconocida internacionalmente como la primera mujer en practicar la
medicina en el continente americano, nació en 1821, cuando ya Favez consultaba
y operaba a sus pacientes en el oriente de Cuba.
"Otro elemento destacable de
esta mujer en su profesión es que era cirujana. Cuando hace el examen para
revalidar su título ante el Protomedicato de La Habana se convierte, además, en
uno de los tres únicos médicos cirujanos en el área del Caribe en esa
época", añade el historiador.
Amante
y esposa
Pero las marcas que dejó para la
historia Enriqueta Favez no quedaron solo en ser la primera médica de América.
Su relación con Juana de León y la
boda de ambas ante los altares y con los ritos de la Iglesia católica, supusieron
también un antecedente inusitado para la época, para la región y para la
historia.
Image caption Un gráfico de la época
muestra el lado femenino y masculino de Enriqueta.
"Hasta donde se conoce no había
antecedentes públicos de lesbianismo en América Latina y son también las
primeras mujeres que se casan bajo los oficios de la iglesia en toda
Hispanoamérica", señala González Pagés.
En Cuba, no obstante, las diferentes
investigaciones que se hicieron sobre el personaje intentaban justificar que no
se trataba de una lesbiana, según el investigador.
"Cuando se lee el expediente
del juicio al que la sometieron y las cartas entre ella y su esposa que fueron
vendidas después, no queda duda que entre las dos había una auténtica
relación lesbiana de mutuo consentimiento", asegura el investigador.
Sin embargo, fue la propia Juana
quien entregó a su esposo a las autoridades.
¿Por qué?
González Pagés considera que se
trató de una razón social.
"Al parecer, una empleada de la
casa llegó un día y vio a Enrique borracho sobre la cama, con la camisa
desabotonada y le vio los senos. A partir de ahí, se comenzó a difundir el
rumor y parece que Juana, ante el temor de lo que le pudiera pasar y de las
presiones de su propia familia, decidió denunciarla", explica.
En la denuncia, conservada en el
Archivo Nacional de Cuba, Juana de León argumentó que se casó con Enriqueta por
las "circunstancias de orfandad y desamparo en que se veía", aunque
le fue imposible "sospechar que los designios de ese monstruo fuesen
dirigidos a profanar los sacramentos".
Acusó a Enriqueta de haber consumado
"artificialmente" el matrimonio en forma "que la decencia no
permite referir" y que se había aprovechado de ella "del modo más
cruel y detestable, abusando de su buena fe, candor e inexperiencia".
González Pagés, cree que las razones
de Juana estuvieron más bien basadas en el temor.
Image caption El proceso contra
Enriqueta tuvo lugar en la ciudad de Santiago de Cuba.
"Si en el siglo XXI, asumir la
sexualidad es algo que todavía cuesta en muchos lugares de América Latina,
imagina en el siglo XIX. Es una decisión contradictoria la de Juana de León,
pero comprensible", asegura.
Tras el largo proceso judicial,
"el más escandaloso de Cuba en el siglo XIX", según Pagés, Enriqueta
Favez fue expulsada de forma definitiva de todos los territorios de España en
América.
De
Enriqueta a sor Magdalena
Cuando el buque con destino a Nueva
Orleans zarpó de La Habana a mediados de 1824, Enriqueta Favez dejó atrás las
costas de Cuba, un oscuro pasado, un escándalo sexual y una trágica historia de
amor.
Nadie fue a despedirla al puerto.
Image caption En el Archivo Nacional
de Cuba se conservan los documentos del juicio y la deportación de Enriqueta
Favez. (Foto: Cortesía de Julio César González Pagés)
Su rastro se perdió en la historia
hasta muchos años después, cuando una carta, remitida por una tal sor
Magdalena, cruzó en barco la ruta de Nueva Orleans a La Habana y luego, siguió
el trote de los caballos del Correo Real hacia Baracoa.
Pero Juana de León, la destinataria
del documento, había muerto tiempo antes.
Sor Magdalena, la monja médico que
se había presentado primero como partera en Veracruz y que luego atendió a los
enfermos en la congregación de las hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, nunca
supo si su envío había llegado o no a su destino.
Tal vez, pensó en su pasado y
entendió que había razones para que esa carta, una carta desesperada de amor,
en la que suplicaba ver de nuevo a su esposa, nunca fuera respondida.
Image caption Enriqueta fue
deportada a Nueva Orleans en 1824. (Foto: Hulton Archive)
"Una de las opciones que le dan
que se libere de este pecado es entregando su vida a la Iglesia y a partir de
entonces se dedica a cuidar a los enfermos. Pero siguió, lógicamente siendo
lesbiana, y está documentado que intentó volver a Cuba para volverse a
encontrar con su esposa", afirma Pagés.
Pero Enriqueta Favez nunca volvió a
pisar isla.
Murió en 1856, vistiendo los hábitos
de las hijas de la Caridad y fue enterrada con ritos católicos en el
cementerio antiguo de Nueva Orleans.
Cuando en 2005 el huracán Katrina
cruzó Guadalupe, devastó el oriente de Cuba y siguió su paso imparable hacia
Nueva Orleans, en una ruta similar a la seguida por Favez en su paso por
América, destruyó su tumba y con ella, uno de los últimos recuerdos de una de
las mujeres más sorprendentes que marcaron la vida del continente en el siglo
XIX.
Ver http://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-43296801
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