Por Equipo RIAM
Granada, España, 5 de junio- El taller ¿Qué hace que un
hombre sea un hombre?, convocado por la Asociación de Mujeres “Por la igualdad”
de Órgiva y el Foro Cubano de la Red Iberoamericana y Africana de
Masculinidades (RIAM), tuvo lugar el domingo 5 de junio, en la sede antigua del
Ayuntamiento de Órgiva, Granada, al sur de España.
Franches Belenguer,
coordinador del grupo de Hombres por la Igualdad de Granada y Jesús Muñoz,
coordinador de comunicación de la Riam, intercambiaron por más de tres horas
con unas 25 personas de la comunidad.
Reflexiones sobre la vivencia de la masculinidad en Cuba y
en Granada permitieron establecer similitudes entre los modelos hegemónicos en
ambos lugares y, a su vez, (re)pensar en cómo lograr que los hombres disfruten
de su masculinidad de una manera diferente, alejada del canon violento y machista
tradicional.
La pregunta ¿qué
hace que un hombre sea un hombre? fue solo una provocación, lo verdaderamente
trascendente fueron las respuestas, el intercambio, la creatividad y la energía
grupal.
Debatir sobre las características, actitudes y creencias
asociadas a la masculinidad hegemónica en Granada (España) fue apenas el
pretexto para intentar desentrañar –a partir de experiencias personales- cómo
sería esa nueva masculinidad (masculinidad libertaria o antipatriarcal) a la
que aspiramos.
De lo tradicional se recató que el “macho, varón,
masculino” (macho alfa en Granada) es cerrado en el aspecto emocional,
proveedor, dependiente en lo doméstico, con poca responsabilidad en los
cuidados, tiene cojones (tamaño del pene y relacionado con el valor),
protagonista en muchos ámbitos (público), cerebral, homofóbico, con miedo a lo
femenino (o a que lo asocien a ello), presuntamente heterosexual, dominante y
violento. Cualquier parecido con un hombre cubano es “pura coincidencia” ¿o no?
El patriarcado produce varones machistas con características que similares, más
allá de las expresiones concretas en cada contexto.
Como el intercambio buscaba romper con aprendizajes
tradicionales, pues se habló desde la experiencia personal, reivindicando el yo
y la expresión de sentimientos, como parte de una construcción colectiva.
Las ideas compartidas coincidieron en que las nuevas formas
de vivir las masculinidades deben partir del reconocimiento a la diversidad y
el respeto a la diferencia.
Debatimos igualmente sobre la necesaria coherencia que debe
existir entre lo íntimo y nuestra proyección social. “Lo personal es político y
viceversa, hay una trascendencia de lo individual en el ámbito público. Nuestra
vida también se toma como parte de los referentes sociales”, apuntó la
antropóloga Encarni Quesada Herrera.
Más contundente aún, Quesada expresó que “todo cambio
conlleva una revolución y esa revolución también debe ser emocional. Es
imposible acercarse a los debates de género sin que nos mueva por dentro y nos
lleve a una crisis, que puede ser de identidad, de orientación, o que nos
permita cuestionarnos nuestro lugar en el mundo…”.
También se hizo referencia a que los nuevos hombres deben
ser capaces de asumir sin contratiempos lo concerniente al ámbito de los
cuidados y las tareas domésticas; y se insistió en la urgencia de explorar más
las emociones: temor, amor, empatía, ternura. Se enfatizó además en el tema del
autoconocimiento y la posibilidad de que los grupos de hombres compartan sus
experiencias más íntimas desde la sinceridad.
Por otra parte, se dialogó sobre la ruptura de las
dicotomías: hombre-mujer; privado-público; razón-emoción, entre otras que se
han construido y legitimado por siglos.
La charla, que para nada agotó los temas asociados a las
masculinidades, propició un intenso debate sobre la renuncia de los hombres al
poder. Prescindir de los privilegios patriarcales que nos atribuimos (o se nos
atribuyen) es uno los grandes retos para alcanzar igualdad entre los seres
humanos.
La metáfora de las “gafas violetas” del feminismo sigue
vigente. Para muchas personas el intercambio fue la reafirmación de un
compromiso con el cambio, para otras un primer acercamiento al tema de las
masculinidades. Para todos y todas “una sacudida” que nos movió a pensar,
cuestionar, compartir y, ojalá, apostar por espacios similares y continuar el
proceso de crecimiento personal y político enfocado en el deseo de luchar por
mundo mejor para mujeres y hombres.
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