En la búsqueda de la nación cubana: José Martí, los Estados Unidos y el “hombre afeminado”
A propósito de la Conferencia José Martí, los Estados Unidos y el “hombre afeminado” y el encuentro con la Red Iberoamericana de Masculinidades del profesor de Estudios Latinos Emilio Berjel
Por Dayron Oliva Hernández y
Yonnier Angulo Rodríguez.
Red Iberoamericana de Masculinidades
La Habana, 14 de diciembre de 2010. A partir de cómo una de las figuras más importantes de la cultura cubana, José Martí, trató la cuestión del “hombre afeminado”, en medio de las pretensiones y las ideas que desde los Estados Unidos configuran una proyección imperialista hacia Cuba con base a ese tema, sirvió de pretexto para que el profesor de Estudios Latinos de la Universidad de California, Emilio Berjel, ponga a consideración la manera en que se debate la nación cubana a fines del siglo XIX.
Con la conferencia celebrada en la sala Manuel Galich de la Casa de las Américas, Berjel refirió la influencia de la noción del “hombre afeminado” en la construcción de la nación cubana y sus aspectos definitorios. Para ello se apoyó en la imagen y los criterios de José Martí, cuando respondió con “Vindicación de Cuba” los argumentos ofensivos de dos artículos norteamericanos publicados en la prensa de ese país; y, además, en la perspectiva científica positivista que se puso de boga en Cuba, que buscó mejorar y sanear la población evitando las “conductas afeminadas” de los hombres cubanos.
Para el profesor cubano radicado en los EE.UU., un aspecto central a tener en cuenta fue lo que se pensó desde la sociedad norteamericana respecto al “afeminamiento” de los hombres, más aún, según apuntó, por la coyuntura expansionista de su gobierno. De ahí que Berjel aludiera que el discurso político trató de virilizar a los hombres estadounidenses a partir de la guerra. Asimismo, relacionó la idea de que “los tiempos de paz tienden al afeminamiento de la población masculina”, no solo con la vocación imperialista que caracterizaría al gobierno, sino que pretendía un apoyo popular sobre la base del rechazo al afeminamiento y a favor de la virilidad masculina.
De los artículos “¿Queremos a Cuba?”, publicado en el periódico The Manufacturer de Filadelfia, y “Una opinión proteccionista sobre la anexión de Cuba” que apareció en el The Evening Post de Nueva York, Berjel destacó que se delinean concepciones positivistas que juzgaron a los hombres cubanos como “afeminados”, razón por la que se les adjudica el sometimiento del colonialismo español; de ser “incapaces” para autogobernarse, fundar una nación moderna y ejercer la ciudadanía. Además, subrayó que se acusó a los cubanos de “falta de fuerza viril”, “débiles” y “flojos”, incluso que los negros eran como “salvajes” imposibles de civilizar. Con esta visión, señaló que se procuró demostrar la superioridad de la modernidad norteamericana, y se subvaloró la conveniencia de adjudicarse Cuba por cómo era su población.
Es por ello, que para el profesor Berjel, la respuesta de Martí con “Vindicación de Cuba” es fundamental porque respondió a las ofensas de calificar a Cuba como pueblo de hombres con el defecto del “afeminamiento”. En este sentido, llamó la atención de los elementos empleados por Martí para desmentir las acusaciones como culpabilizar a España de la condición de la sociedad cubana, afirmar que los cubanos no son afeminados porque hicieron una revolución aun cuando hayan perdido: “hemos peleado como hombres, y algunas veces como gigantes, para ser libres”; “Esos jóvenes de ciudad y mestizos de poco cuerpo supieron levantarse en un día contra un gobierno cruel, pagar su pasaje al sitio de la guerra (…) murieron como esos otros hombres nuestros que saben, de un golpe de machete, echar a volar una cabeza, o de una vuelta de la mano, arrodillar a un toro”, citó.
Otro momento importante de la conferencia tuvo que ver con su visión acerca de la perspectiva científica positivista que, según su criterio, se legitimó en Cuba y de la que muchos intelectuales cubanos se adscribieron, la cual, refirió que no solo patologizó la conducta homosexual, sino que persiguió detectar los factores de “afeminamiento” de la población masculina cubana, para así suprimirlos.
Como ejemplo, Berjel mencionó el caso de Benjamín de Céspedes con su investigación sobre la prostitución en la Ciudad de La Habana a fines del siglo XIX, donde se dio cuenta del escándalo de los dependientes de comercio, acusando a los inmigrantes españoles que se desempeñaban en este oficio de propagar la homosexualidad y la prostitución en La Habana, cuestión que se valoró como perjudicial para la sociedad cubana.
La cita con la Red
En un fraternal encuentro con el Dr. Julio César González Pagés coordinador general de la Red Iberoamericana de Masculinidades y algunos de sus integrantes, el profesor Emilio Berjel ahondó más sobre sus investigaciones tratadas en su conferencia.
De sus pesquisas sobre la figura de José Martí y el hombre afeminado en Cuba en el siglo XIX, asintió que su principal interés parte de la visión compleja y paradójica que tendrá José Martí: “que el afeminamiento era un problema para la futura nación cubana”. Reconoció que la posición de Martí estaba muy lejos de las concepciones excluyentes de los positivistas cubanos, porque su visión liberal tendía a “una defensa de lo cubano no importa quién”.
Distinguió que no se puede separar el contexto norteamericano del cubano: “Había en EE.UU. un pánico a la homosexualidad, y todo lo que se relacionaba con ello”. Es por ello, que según el profesor no se puede entender “la homofobia en Cuba (obvia o científica) sin entender lo que sucede en los EE.UU.”. El caso del estudio del positivista cubano Benjamín de Céspedes, así lo demostró, admitió Berjel, pues “pedía eliminar las corridas de toros por considerar que feminizaba a los hombres cubanos, y traer el béisbol de los EE.UU. para sí virilizar”.
En este sentido, abordó sobre la significación de la ciencia positivista y la medicina en Cuba de esa época, en cuanto a sus consecuencias para la construcción de la nación cubana y sobre la concepción de americanizar a Cuba como forma de lograr una nación más viril.
Si bien advirtió que “los prejuicios aún presentes vienen de esa época”, va más allá de la influencia española y la Iglesia Católica, pues “fue más fuerte la concepción científica y la adopción del positivismo, en momentos que no había delimitada una esencia nacional, que se definió por lo que no es, de manera esencialista, en contra de la homosexualidad y del afeminamiento de los hombres”. A lo que agregó, el tema de la mujer y su liberación, “que era peligroso para los conservadores cubanos”.
De modo que para Berjel “se define la nacionalidad y se construye la ciudadanía por lo que no es. Esa es la idea acerca de la homosexualidad y del afeminamiento que se legitimó y se reprodujo por medio de la negación y del discurso nacionalista.”
Aunque la percepción de americanizar a Cuba, según el profesor, tiene que ver con un EE.UU. en expansión: “habría que americanizar a los países que iban a conquistar. Se quería difundir un discurso de blanquear a Cuba, que posibilitaría una mejor penetración. Líderes como Teodore Roosevelt tenían la idea de definir lo americano por medio de la negación: blanco y no afeminado”, concluyó.
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