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Sunday, November 8, 2009

Genero y Empleo

por Colette Perold

En el artículo “¿Es posible (des)encadenar la desigualdad de género en América latina?” Juliana Martínez Franzoni y Koen Voorend exploran el concepto de la manera en que regímenes diferentes enfocan en una política de igualdad antes de otras, al final privilegiando ciertos grupos marginales y olvidándose de otras. Por ejemplo, hablan del combate a la pobreza como una prioridad sobre el genero, quizás “por omisión” o quizás “por intención” (p.150.) Es en esta parte de su articulo donde tenemos la obligación de reflejarnos un poquito. En casi cada articulo de este libro, los autores hablan de la familia como algo de que tenemos que liberarnos. Pero lo que voy a proponer en este ensayo es que usemos una idea a que estaban acercando Juliana Martínez Franzoni y Koen Voorend para entender el papel de la institución de la familia en la igualdad de los géneros.
Quizás un producto del psicoanálisis del siglo veinte, o quizás un producto de la sociología de la misma época, muchos académicos y políticos nos piden que miremos a la familia como la fuente de la opresión en la sociedad. Pero dado la aserción de Franzoni y Voorend – de que frecuentemente pasa que una sociedad usa la excusa de un sistema de opresión para ignorar otros – propongo que pensemos más del concepto de la interseccionalidad, lo que explica la manera en que los sistemas de la opresión se vinculan mutualmente.
Muchos autores en Genero y Empleo hablan de la manera en que la institución familiar impide al adelantamiento de las mujeres afuera de la esfuerza de trabajo. Pero esta opinión refleja un discurso no solamente moderno ni individualista pero además occidentalista, y por eso, imperialista. Si tenemos una comprensión interseccionalista de la igualdad de los géneros, veremos que la concepción de la familia como algo de que debemos liberarnos de hecho no nos va a ayudar resolver la cuestión de la desigualdad de los géneros. ¿Cómo podemos luchar contra una institución hétero-sexista de la subordinación de las mujeres si estamos usando un retórico todavía imperialista?
En el artículo “Las mujeres jóvenes en el mercado de trabajo: entre los datos y los discursos,” Inma Pastor enfoca en la conexión no-existente entre los datos y los discursos actuales sobre el género. Habla de una de las contras de haber logrado una igualdad casi completo entre los géneros: “La ausencia de discriminación jurídica y la existencia de normativa y regulación que impide, casi totalmente, la discriminación directa por razón de sexo, hace que las desigualdades de género estén marcadas por la invisibilidad, lo cual puede hacer rebajar o anular la percepción de esta desigualdad” (p.79.) Aunque sus ideas sobre la discordia entre los datos y los discursos actuales son muy importantes, no habla en su artículo sobre la construcción del discurso mismo, sino la normalización de ella.
Lo que falta en este artículo es una delineación de las maneras en que las mujeres confrontan discriminación afuera de la esfuerza de trabajo. ¿Cómo podemos imaginarnos la igualdad de los géneros si pensamos de una institución – en este caso, la esfuerza de trabajo – adentro de un vacío? ¿Qué podemos decir sobre otras herramientas de la patriarca, por ejemplo la violación de mujeres como una arma de la guerra; el traficante humano; le negación de la agencia sexual de mujeres por quizás la iglesia católica en muchos países latinoamericano o la iglesia evangélica en los estados unidos; el acceso a la contracepción o el cuidado reproductivo medical? No vamos a tener una idea suficiente del discurso que oprime a las mujeres si pensamos dentro de una óptica tan limitada como la óptica de la esfuerza de trabajo.
Pero para terminar, me gustaría decir que el sujeto para que busquemos en todo de estas investigaciones no debe ser de hecho las mujeres. El culpado es las estructuras hétero-sexistas que dominan nuestro discurso actual. Cuando pensamos en la familia como una institución de la opresión, debemos pensar no en las maneras para separarnos de ella, sino en las maneras en las cuales los papeles adentro de la familia o la importancia dado a la familia nuclear son construidos socialmente. Cuando entendemos los valores familiares como una estructura de pautas de género excesivamente rígidas, estamos liberados a crear un mundo donde – poco a poco – podemos mover el discurso actual lejos de un binario de género y hacia un espectro de identidades más subversivos. Con este discurso más amplio, tenemos mas herramientas de conceptualizar nuestra influencia potencial sobre las relaciones de género dentro de la esfuerza de trabajo. Así tenemos un punto de partida con más utilidad, en vez de concentrarnos tanto en una sola institución que en la vida actual, existe en una red de muchos sistemas de opresión, y no en un vacío para estar disecado como una espécimen.