por Guadalupe Pérez Zambrano
Como seres sociales que somos respondemos a normas que regulan nuestro comportamiento no solo público sino también privado. Por eso toda transgresión a este sistema de relaciones de poder es atacado y censurado como negativo.
Por aquí pasa el preestablecer lo que a cada género le corresponde como aporte social, o sea como empleo. Así etiquetamos profesiones y le ponemos oficio de sayas o de pantalones y si alguien lo viola se cuestiona no solo su capacidad laboral sino incluso su orientación social.
Ejemplo de lo anterior lo vemos en el desempeño de algunos deportes, así el baseboll, el boxeo, están pensados como deportes masculinos, aquí a las mujeres se les exigirá patrones femeninos a la para de los deportivos entonces se cuestionará tanto el nivel deportivo como la capacidad de las atletas de lucir agradables y de no alejarse de lo que debe ser el canon de belleza que deben cumplir las mujeres.
Otras profesiones que durante generaciones nos han sido vedadas son las que suponen llevan un esfuerzo físico elevado como conducir transportes pesados, trabajadoras de la construcción, pilotos, bomberos, policías, etc.
Pero no solo se ha cuestionado la fuerza de nuestro físico sino nuestra capacidad intelectual, es por eso que si una mujer ocupa altos cargos directivos está expuesta a comentarios que cuestionan su labor exigiéndoles rendimientos superiores a los masculinos.
Para el caso de los hombres, también hemos diseñado modelos de comportamientos que los llevan a mostrar su hegemonía. Es por eso que ver a un hombre de enfermero, oficinista, modelo, peluquero puede llevar a cuestionar su poder como “macho” y ser criticados por otros hombres que si siguen los patronos hegemónicos e incluso por las mujeres que gustan de estas cualidades en el sexo opuesto.
Sería igual de válido analizar los factores que llevan a marginarnos a frenar nuestro desempeño laboral que creo viene dado por la concepción de lo que es bueno para cada género.
Entonces encontraríamos en los anales de la historia algunas explicaciones en el hecho de que la mujer se quedara haciendo labores domésticas y el hombre saliera a buscar el sostén familiar. No creo que la solución la podamos encontrar, en el rechazo a labores como las de mama de caso, al contrario creo que esta se debería valorar y no concebirla como un gen del cuerpo femenino y por ende un atributo de obligación sino que deberíamos partiendo de las diferencias entre lo que socialmente se considera trabajo y lo que es empleo y tomarse como un digo empleo, para aquellos quienes opten por realizarlo ya sean hombres o mujeres.
(1)Trabajo: Acción y efecto de trabajar Actividad que se revierte en ella y resultado que se obtiene en aquello que se ha operado. Su fin es lograr bienes con que satisfacer necesidades humanas.
(2)Empleo: Ocupación remunerada Sistema de la economía en la que todas las personas que lo desean y están capacitadas pueden colocarse.
Esto pasa por cosas tan simples como la educación, debemos educar a las mujeres en desarrollar la capacidad de decidir que es lo que quieren ser, en que sector desean desarrollarse y a los hombres de manera tal que puedan ser independientes en lo que a labores domésticas se refiere, no como simples colaboradores sino como actores principales. Dejar que sea nuestras preferencias las que definan el futuro.
De esta forma estaremos optando por el desarrollo de una cultura de paz que nos lleve a erradicar la marginación social y la violencia de género.
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