Por Alianis Rivero Palacios.
La crisis económica mundial es un hecho y su repercusión nos preocupa a todos. Una de las consecuencias que acarrea la crisis es el desempleo. Como resultado de algunas investigaciones, se ha podido apreciar que este fenómeno ha estado afectando da mayor manera a la población femenina; aunque para el caso de los hombres, el desempleo también ocasiona además de las desventajas económicas, malestares afectivos vinculados con una construcción de la masculinidad donde se exigen la demostración de capacidades de manutención y superioridad económica, de seguridad y protección a la familia como figura autoritaria.
Esto a mi juicio, es algo que se debe tratar de solucionar, porque aunque no es menos cierto que la mujer para ciertas empresas constituya más un gastos que una inversión, tampoco es menos cierto que tanto hombres como mujeres tenemos los mismos derechos, y otro factor a tener en cuenta es que en la contemporaneidad los hogares donde mamá es la jefa de núcleo han aumentado vertiginosamente.
Desgraciadamente, la producción cultural del pasado se reproduce una y otra vez y esto es un problema a solucionar. Mientras tanto, las mujeres hemos heredado la sobrecarga de realizar las labores domésticas, de cuidar a nuestros hijos y a nuestros padres. Una de las soluciones podría ser promover un reparto más equitativo de las responsabilidades entre los diversos actores sociales, entre sexos y generaciones, que no menoscabe cultural, social y económicamente a las mujeres.
Por tanto, es imprescindible desarrollar políticas que contribuyan a potencializar la equidad entre los géneros. Lo cual favorecerá tanto a hombres como a mujeres. Así, de esta forma habría la oportunidad de eliminar el estereotipo de concebir al hombre como aquel hacedor de dinero y únicamente valorado en función de este logro. Si esto se lograra, los hombres tendrían la oportunidad de disfrutar de muchas actividades y de poder expresarlo.
Con el logro de estos cambios, las mujeres particularmente nos beneficiaríamos, porque indiscutiblemente somos las mayores víctimas en la actualidad de las relaciones inequitativas entre los géneros.
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