Kampala, 22 de abril(DPA-RIAM) A cuatro de nosotros nos llevaron a un bosque
y durante días nos violaron una y otra vez. No puedo estar de pie mucho tiempo,
pero ahora puedo hablar de eso, porque superé el trauma. Al contrario de lo que
podría pensarse, estas declaraciones no las hizo una mujer, sino Mark, un varón
de 53 años.
Este congoleño fue secuestrado en mayo de
2010 en su pueblo natal por miembros de milicias de Ruanda, que abusaron de él
reiteradas veces.
Los autores no sólo penetran a sus víctimas
con el pene, sino también con palos, botellas o destornilladores. Como
consecuencia de estas experiencias, los hombres sufren de por vida, tanto
dolores físicos como traumas síquicos.
En el plano internacional hasta ahora
prácticamente se desconocía que también los hombres fueran víctimas de abusos
sexuales en los numerosos conflictos en el continente africano.
El tema fue tabú durante décadas, porque el
sexo anal es considerado anormal en casi todas las culturas de África y la
homosexualidad en general está prohibida. Las víctimas eran estigmatizadas y
temían la discriminación y marginación. Por su parte, los atacantes sabían que
la violación como arma de guerra tiene efectos de larga duración y es difícil
de combatir.
Para muchos hombres, el silencio y el chisme
eran tan imposibles de soportar como la propia violación. Algo que ahora
empieza a cambiar: la semana pasada, por primera vez, sobrevivientes,
trabajadores sociales, expertos y médicos se reunieron para participar en una
conferencia en Kampala, la capital de Uganda, y hablar por fin de manera
abierta sobre este delicado tema.
En el pasado, el foco estaba puesto casi
exclusivamente en las víctimas femeninas, pero ahora también se toma en serio a
los hombres. La mayoría de ellos viene de la República Democrática del Congo,
que desde hace décadas vive crisis sangrientas, y otros son originarios de
Sudán, Somalia, Ruanda, Burundi, Etiopía, Eritrea y Uganda.
Pero las violaciones de hombres no son un
fenómeno exclusivamente africano, ocurren en muchas regiones en conflicto. Un
estudio publicado recientemente documenta unos 4 mil 700 casos bajo el régimen
de los Jemeres Rojos en Camboya. La violación de hombres se utiliza ante todo
como arma política, para deshumanizarlos y degradarlos completamente.
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