En términos generales, cuando se acude a la presentación de un libro, se indaga por el autor del mismo, en tanto se unen el escritor y su obra para perdurar en la memoria o para ser condenados al olvido.
Siempre había pensado, que en este mundo de las Ciencias Sociales, tan complicado y espinoso -pero a la par tan lleno de compensaciones- no resultaba fácil abrirse paso rápidamente, bien en el ámbito universitario como en el de las publicaciones. Cuando reflexionaba al respecto no había tomado en cuenta las excepciones. Hoy estamos en presencia de uno de esos casos: el de un joven historiador, poseedor de una cautivante personalidad y de una tenacidad incalculable, que ha logrado romper “tabúes” y algunas barreras consideradas “infranqueables” para ganarse por “sus méritos” un espacio prestigioso como intelectual, dentro y fuera de Cuba.
Julio César González Pagés en apenas dos décadas, ha dictado conferencias y cursos sobre su especialidad –Género- en universidades y centros de investigación altamente reconocidos. España, Estados Unidos, México y otros países europeos e hispanoamericanos, han reclamado reiteradamente su presencia.
A partir de 1991, se suceden los títulos, libros y folletos –avalados por reconocidas editoriales- ven la luz tanto en Cuba como en el extranjero. Después del año 2001 sus trabajos también aparecen en soporte digital e Internet.
Julio César González se acerca tempranamente al estudio del movimiento feminista, a su lucha por el derecho al sufragio… Aún no había abandonado las aulas universitarias y ya era un defensor de estas causas un tanto perdidas u olvidadas en muchas partes del mundo. El doctorado le conduce definitivamente hacia los estudios de género… y en este ir y venir, en su afán por “rescatar al género femenino de la invisibilidad”, se encuentra un buen día con las vicisitudes confrontadas por las mujeres gallegas que deciden emigrar al “Nuevo Mundo” para “hacer la América”, creyendo algunos “cantos de sirena” puestos en boca de supuestos “indianos”, a través de las “cartas de llamada” y todo el imaginario creado al amparo de las “tierras de promisión”.
Surge así el acercamiento del mencionado historiador al tema de la emigración y el libro Las hijas de Galicia, que hoy amplía y reverdece en Gallegas en Cuba, editado en soporte digital.
A mi juicio, la estructura del libro – muy bien balanceada- cuenta con un discurso que, sin perder las precisiones informativas, las valoraciones novedosas, los análisis críticos y por supuesto, una fuerte presencia de criterios propios, mantiene un ritmo ágil y una elegancia sobria que atrapa al lector, obligándolo a continuar su lectura. He ahí uno de los méritos que debe concedérsele al libro, en tanto se ha escrito para leerse con placer, no por obligación.
El lenguaje empleado por el autor es accesible a todo estudioso del tema, sea o no especialista en el mismo; ha tenido el buen tacto de escribir para ser entendido sin necesidad de recurrir a un diccionario a cada paso. No se suma a corrientes de mal gusto impuestos por algunos “seudo-intelectuales”
Hace un momento he subrayado los valores formales de Gallegas…; a continuación voy a referirme a los contenidos de ese dinámico discurso, determinante, a la hora de evaluar una obra.
En primer lugar, el trabajo no está dirigido a examinar la historia de una institución, como pudiera presumirse –dado que la mayoría de las gallegas residentes en La Habana en aquellos tiempos de “república mediatizada” estaban asociadas a Hijas de Galicia –como una manera de agruparse en un territorio ajeno al propio, buscando amparo y calor humano- por tal motivo, el estudio del quehacer de la referida Asociación no resultaría ocioso. Sin embargo, aunque para Julio César González “el eje fundamental que motiva su investigación es la Asociación “Hijas de Galicia”, el verdadero centro temático de su libro es “el análisis sobre qué lugar ocupaban las mujeres gallegas en el seno de aquella hospitalaria sociedad y cuáles eran sus principales preocupaciones.”
La metodología empleada, ajena a los cánones tradicionales –donde interactúan métodos provenientes de diferentes disciplinas dentro de las Ciencias Sociales- a lo que se suma una rigurosa selección de fuentes empleadas, debidamente criticadas- permite al autor cumplimentar con creces los objetivos propuestos.
En el primer capítulo sobresale el epígrafe titulado “De Vigo a Coruña: embarque para las Hijas de Galicia”. El historiador pone al descubierto una página que había sido prácticamente obviada por la historiografía precedente relacionada con el tema abordado: la utilización de las mujeres que emigraban para trabajar honradamente y labrarse un porvenir y se convertían –por razones de la vida- en una fuente abastecedora de prostitución.
Julio César González se vale de expedientes penales, testimonios y la prensa de la época –entre otras fuentes- para estudiar las causas que conducen a muchas gallegas, a enrolarse en territorio cubano, a las filas de las “prostitutas”. La mayoría de estas infelices mujeres “caen en barrena” y reciben el menosprecio de la sociedad que le rodea. Por excepción –como en el caso de la “Macorina”- se convierten en dueñas de sus propios negocios, aunque estos carezcan de respetabilidad. En el propio capítulo debe destacarse lo concerniente a las “Voces feministas” que se alzan en l 1ro y 2do Congresos Nacionales de Mujeres (1923 y 1925) para reclamar medidas concretas que beneficiasen a la mujer inmigrante y evitar, con estas disposiciones, los atropellos a que eran sometidas, incluso, por parte de sus propios familiares.
El autor de Gallegas… pone al descubierto la denuncia de las feministas cubanas acerca de las diversas fórmulas empleadas en la Isla para explotar a las emigradas. Asimismo, subraya el investigador, cómo alzan su voz en los referidos Congresos, estas mujeres de avanzada, en señal de apoyo para la construcción de un refugio apropiado para las emigradas, contando con la efectiva colaboración de las instituciones españolas.
En el 2do capítulo abunda la información de primera mano sobre el nacimiento del sanatorio “Concepción Arenal”, sus estatutos, sus fundadores y el desenvolvimiento de las 1ras Juntas Generales de Asociados. Sobresale en el capítulo, el espacio concedido en éste a los “debates” suscitados en las Juntas, donde numerosas asociadas denuncian las conductas impropias asumidas por algunos directivos del centro asistencial, elevándose estas denuncias –en casos puntuales- a los tribunales competentes.
El autor se detiene en los “derechos” de loso asociados, en los beneficios sanitarios yen la presencia femenina en el seno de la Junta Directiva. Si se toma en cuenta la época en que se elaboran aquellos Estatutos, se les puede considerar de “Avanzada”. González hace hincapié en que no se obvie el responsable papel jugado por algunas asociadas, quejándose con sólidas fundamentaciones, en cartas dirigidas a los Presidentes de “Hijas de Galicia” de situaciones tales como: la manipulación de los Estatutos por parte de las Juntas Directivas Gobernantes, inapropiadas decisiones de las Juntas, incompetencia en los fallos dictados, etc. Demuestra el autor con sus ejemplos incuestionables, el gran interés de buena parte de la membresía en los problemas internos de la citada Asociación.
En el tercer y último capítulo del libro que se comenta, Julio César González se hace eco, con muy buen tino, de las polémicas surgidas alrededor de la compra de un terreno por parte de la “Sociedad Hijas de Galicia”, para que fuese instalado en él un balneario. Las razones esgrimidas por aquellas asociadas, muy bien documentadas sobre sus derechos para oponerse a la referida transacción, son detenidamente evaluadas por el historiador que destaca la diligente actuación de algunas de aquellas mujeres, en defensa de los intereses de la Sociedad a la que pertenecían, en una coyuntura que no las favorecía.
En el mismo capítulo González analiza, desprejuiciadamente, un tema espinoso: la imagen estereotipada divulgada en cine, teatro y la radio sobre la mujer gallega. Durante años, el teatro vernáculo impuso en Cuba una imagen de la gallega –que de hecho, simbolizaba a todas las nacidas en España- donde se entremezclaban honradez, incapacidad, tozudez, laboriosidad, torpeza, etc., de manera intencional, discriminatoria, en la misma forma que se hacía con el “negrito criollo”.
El cine se hace eco, particularmente el argentino, de este estereotipo, a partir de la aparición en pantalla de la Cándida protagonizada por Nené Marshall. Julio César González se remite a la reacción de algunos periodistas sobre este sensible tema; particularmente destaca las airadas protestas de Fuco Gómez, oponiéndose a esta pueril y vejaminosa imagen de las gallegas, en unos y otros espacios socio-culturales.
No deja en el tintero el autor a que se hace referencia, la caracterización de la revista Cenit, órgano oficial de “Hijas de Galicia”, publicación que incluye a la mujer en sus cuadros de dirección y le concede la posibilidad de escribir en sus secciones –fijas: González reflexiona, con objetividad, ubicándose siempre en el contexto histórico en el cual se inserta la mencionada revista- sobre los temas abordados en aquellos espacios, que ponen a prueba la capacidad de estas mujeres –devenidas periodistas- y destaca la utilidad y novedad de algunos de sus escritos relativos a la historia, la educación y la formación de valores cívicos.
Coincido con el historiador en que Cenit cumplió ampliamente sus objetivos y la evolución de la revista tiene un carácter ascendente, desde el ángulo cultural, en tanto se atreve a incorporar a sus páginas temas considerados tabúes, en aquellos años, como el dela educación sexual.
Sólo me resta aplaudir esta nueva entrega de Julio César González, que una vez más hace aportes a las historiografías de Cuba y España, coadyuvando con su quehacer a mantener vivos e indisolubles, los lazos de nuestra “Común Historia”.
Siempre había pensado, que en este mundo de las Ciencias Sociales, tan complicado y espinoso -pero a la par tan lleno de compensaciones- no resultaba fácil abrirse paso rápidamente, bien en el ámbito universitario como en el de las publicaciones. Cuando reflexionaba al respecto no había tomado en cuenta las excepciones. Hoy estamos en presencia de uno de esos casos: el de un joven historiador, poseedor de una cautivante personalidad y de una tenacidad incalculable, que ha logrado romper “tabúes” y algunas barreras consideradas “infranqueables” para ganarse por “sus méritos” un espacio prestigioso como intelectual, dentro y fuera de Cuba.
Julio César González Pagés en apenas dos décadas, ha dictado conferencias y cursos sobre su especialidad –Género- en universidades y centros de investigación altamente reconocidos. España, Estados Unidos, México y otros países europeos e hispanoamericanos, han reclamado reiteradamente su presencia.
A partir de 1991, se suceden los títulos, libros y folletos –avalados por reconocidas editoriales- ven la luz tanto en Cuba como en el extranjero. Después del año 2001 sus trabajos también aparecen en soporte digital e Internet.
Julio César González se acerca tempranamente al estudio del movimiento feminista, a su lucha por el derecho al sufragio… Aún no había abandonado las aulas universitarias y ya era un defensor de estas causas un tanto perdidas u olvidadas en muchas partes del mundo. El doctorado le conduce definitivamente hacia los estudios de género… y en este ir y venir, en su afán por “rescatar al género femenino de la invisibilidad”, se encuentra un buen día con las vicisitudes confrontadas por las mujeres gallegas que deciden emigrar al “Nuevo Mundo” para “hacer la América”, creyendo algunos “cantos de sirena” puestos en boca de supuestos “indianos”, a través de las “cartas de llamada” y todo el imaginario creado al amparo de las “tierras de promisión”.
Surge así el acercamiento del mencionado historiador al tema de la emigración y el libro Las hijas de Galicia, que hoy amplía y reverdece en Gallegas en Cuba, editado en soporte digital.
A mi juicio, la estructura del libro – muy bien balanceada- cuenta con un discurso que, sin perder las precisiones informativas, las valoraciones novedosas, los análisis críticos y por supuesto, una fuerte presencia de criterios propios, mantiene un ritmo ágil y una elegancia sobria que atrapa al lector, obligándolo a continuar su lectura. He ahí uno de los méritos que debe concedérsele al libro, en tanto se ha escrito para leerse con placer, no por obligación.
El lenguaje empleado por el autor es accesible a todo estudioso del tema, sea o no especialista en el mismo; ha tenido el buen tacto de escribir para ser entendido sin necesidad de recurrir a un diccionario a cada paso. No se suma a corrientes de mal gusto impuestos por algunos “seudo-intelectuales”
Hace un momento he subrayado los valores formales de Gallegas…; a continuación voy a referirme a los contenidos de ese dinámico discurso, determinante, a la hora de evaluar una obra.
En primer lugar, el trabajo no está dirigido a examinar la historia de una institución, como pudiera presumirse –dado que la mayoría de las gallegas residentes en La Habana en aquellos tiempos de “república mediatizada” estaban asociadas a Hijas de Galicia –como una manera de agruparse en un territorio ajeno al propio, buscando amparo y calor humano- por tal motivo, el estudio del quehacer de la referida Asociación no resultaría ocioso. Sin embargo, aunque para Julio César González “el eje fundamental que motiva su investigación es la Asociación “Hijas de Galicia”, el verdadero centro temático de su libro es “el análisis sobre qué lugar ocupaban las mujeres gallegas en el seno de aquella hospitalaria sociedad y cuáles eran sus principales preocupaciones.”
La metodología empleada, ajena a los cánones tradicionales –donde interactúan métodos provenientes de diferentes disciplinas dentro de las Ciencias Sociales- a lo que se suma una rigurosa selección de fuentes empleadas, debidamente criticadas- permite al autor cumplimentar con creces los objetivos propuestos.
En el primer capítulo sobresale el epígrafe titulado “De Vigo a Coruña: embarque para las Hijas de Galicia”. El historiador pone al descubierto una página que había sido prácticamente obviada por la historiografía precedente relacionada con el tema abordado: la utilización de las mujeres que emigraban para trabajar honradamente y labrarse un porvenir y se convertían –por razones de la vida- en una fuente abastecedora de prostitución.
Julio César González se vale de expedientes penales, testimonios y la prensa de la época –entre otras fuentes- para estudiar las causas que conducen a muchas gallegas, a enrolarse en territorio cubano, a las filas de las “prostitutas”. La mayoría de estas infelices mujeres “caen en barrena” y reciben el menosprecio de la sociedad que le rodea. Por excepción –como en el caso de la “Macorina”- se convierten en dueñas de sus propios negocios, aunque estos carezcan de respetabilidad. En el propio capítulo debe destacarse lo concerniente a las “Voces feministas” que se alzan en l 1ro y 2do Congresos Nacionales de Mujeres (1923 y 1925) para reclamar medidas concretas que beneficiasen a la mujer inmigrante y evitar, con estas disposiciones, los atropellos a que eran sometidas, incluso, por parte de sus propios familiares.
El autor de Gallegas… pone al descubierto la denuncia de las feministas cubanas acerca de las diversas fórmulas empleadas en la Isla para explotar a las emigradas. Asimismo, subraya el investigador, cómo alzan su voz en los referidos Congresos, estas mujeres de avanzada, en señal de apoyo para la construcción de un refugio apropiado para las emigradas, contando con la efectiva colaboración de las instituciones españolas.
En el 2do capítulo abunda la información de primera mano sobre el nacimiento del sanatorio “Concepción Arenal”, sus estatutos, sus fundadores y el desenvolvimiento de las 1ras Juntas Generales de Asociados. Sobresale en el capítulo, el espacio concedido en éste a los “debates” suscitados en las Juntas, donde numerosas asociadas denuncian las conductas impropias asumidas por algunos directivos del centro asistencial, elevándose estas denuncias –en casos puntuales- a los tribunales competentes.
El autor se detiene en los “derechos” de loso asociados, en los beneficios sanitarios yen la presencia femenina en el seno de la Junta Directiva. Si se toma en cuenta la época en que se elaboran aquellos Estatutos, se les puede considerar de “Avanzada”. González hace hincapié en que no se obvie el responsable papel jugado por algunas asociadas, quejándose con sólidas fundamentaciones, en cartas dirigidas a los Presidentes de “Hijas de Galicia” de situaciones tales como: la manipulación de los Estatutos por parte de las Juntas Directivas Gobernantes, inapropiadas decisiones de las Juntas, incompetencia en los fallos dictados, etc. Demuestra el autor con sus ejemplos incuestionables, el gran interés de buena parte de la membresía en los problemas internos de la citada Asociación.
En el tercer y último capítulo del libro que se comenta, Julio César González se hace eco, con muy buen tino, de las polémicas surgidas alrededor de la compra de un terreno por parte de la “Sociedad Hijas de Galicia”, para que fuese instalado en él un balneario. Las razones esgrimidas por aquellas asociadas, muy bien documentadas sobre sus derechos para oponerse a la referida transacción, son detenidamente evaluadas por el historiador que destaca la diligente actuación de algunas de aquellas mujeres, en defensa de los intereses de la Sociedad a la que pertenecían, en una coyuntura que no las favorecía.
En el mismo capítulo González analiza, desprejuiciadamente, un tema espinoso: la imagen estereotipada divulgada en cine, teatro y la radio sobre la mujer gallega. Durante años, el teatro vernáculo impuso en Cuba una imagen de la gallega –que de hecho, simbolizaba a todas las nacidas en España- donde se entremezclaban honradez, incapacidad, tozudez, laboriosidad, torpeza, etc., de manera intencional, discriminatoria, en la misma forma que se hacía con el “negrito criollo”.
El cine se hace eco, particularmente el argentino, de este estereotipo, a partir de la aparición en pantalla de la Cándida protagonizada por Nené Marshall. Julio César González se remite a la reacción de algunos periodistas sobre este sensible tema; particularmente destaca las airadas protestas de Fuco Gómez, oponiéndose a esta pueril y vejaminosa imagen de las gallegas, en unos y otros espacios socio-culturales.
No deja en el tintero el autor a que se hace referencia, la caracterización de la revista Cenit, órgano oficial de “Hijas de Galicia”, publicación que incluye a la mujer en sus cuadros de dirección y le concede la posibilidad de escribir en sus secciones –fijas: González reflexiona, con objetividad, ubicándose siempre en el contexto histórico en el cual se inserta la mencionada revista- sobre los temas abordados en aquellos espacios, que ponen a prueba la capacidad de estas mujeres –devenidas periodistas- y destaca la utilidad y novedad de algunos de sus escritos relativos a la historia, la educación y la formación de valores cívicos.
Coincido con el historiador en que Cenit cumplió ampliamente sus objetivos y la evolución de la revista tiene un carácter ascendente, desde el ángulo cultural, en tanto se atreve a incorporar a sus páginas temas considerados tabúes, en aquellos años, como el dela educación sexual.
Sólo me resta aplaudir esta nueva entrega de Julio César González, que una vez más hace aportes a las historiografías de Cuba y España, coadyuvando con su quehacer a mantener vivos e indisolubles, los lazos de nuestra “Común Historia”.
No comments:
Post a Comment